Taxis
Desde hace tiempo, el tema de los taxis me llama poderosamente la atención.
Por lo menos en Mar del Plata, existe una tarifa única para el servicio. No importan si uno se suba a un Renault 12 modelo 1990 o a un Ford Mondeo modelo 2006. Uno paga exactamente lo mismo.
Estoy seguro que la gente de análisis corto dirá enseguida: "me parece muy bien. A los servicios públicos hay que regularlos. No pueden cobrar lo que quieren".
Ahora, haciendo un análisis más profundo, uno podría preguntarse ¿y si, en realidad, lo que quisieran (o pudieran!) cobrar algunos fuera un precio más bajo? ¿Cómo se justificaría entonces la regulación?
En el fondo, aún los precios regulados tienen una mínima lógica de mercado, ya que de otra forma el servicio no se prestaría (por lo menos no por manos privadas).
Para decirlo de una manera más clara: la tarifa única de los taxis es el punto medio entre lo que debería cobrar el Renault 12 y el Mondeo. En realidad, me atrevo a más y podría asegurar que ni siquiera es un medio, sino el precio mínimo que estaría dispuesto a cobrar el dueño del taxi de mayor categoría en funcionamiento.
En este contexto, la tarifa de taxis se convierte en un subisidio doble. Por un lado, se subsidia al dueño del Renault 12, que en un marco de tarifa libre debería contentarse con cobrar menos por kilómetro recorrido (lo que no quiere decir que sus ingresos totales vayan a disminuir necesariamente). Al mismo tiempo, se subsidia a los pasajeros del Mondeo, que de otra forma muy probablemente deberían pagar más por el servicio.
Si algún desprevenido quería algún resultado concreto de los controles de precios, solo tiene que darse una vuelta por Mar del Plata y observar el parque de taxis. Como es lógico, abundan los Renault 12. Los Mondeos se cuentan con los dedos de la mano.
¿Qué impedirá la liberación de las tarifas? ¿El bien común o el lobby de los taxistas?
Por lo menos en Mar del Plata, existe una tarifa única para el servicio. No importan si uno se suba a un Renault 12 modelo 1990 o a un Ford Mondeo modelo 2006. Uno paga exactamente lo mismo.
Estoy seguro que la gente de análisis corto dirá enseguida: "me parece muy bien. A los servicios públicos hay que regularlos. No pueden cobrar lo que quieren".
Ahora, haciendo un análisis más profundo, uno podría preguntarse ¿y si, en realidad, lo que quisieran (o pudieran!) cobrar algunos fuera un precio más bajo? ¿Cómo se justificaría entonces la regulación?
En el fondo, aún los precios regulados tienen una mínima lógica de mercado, ya que de otra forma el servicio no se prestaría (por lo menos no por manos privadas).
Para decirlo de una manera más clara: la tarifa única de los taxis es el punto medio entre lo que debería cobrar el Renault 12 y el Mondeo. En realidad, me atrevo a más y podría asegurar que ni siquiera es un medio, sino el precio mínimo que estaría dispuesto a cobrar el dueño del taxi de mayor categoría en funcionamiento.
En este contexto, la tarifa de taxis se convierte en un subisidio doble. Por un lado, se subsidia al dueño del Renault 12, que en un marco de tarifa libre debería contentarse con cobrar menos por kilómetro recorrido (lo que no quiere decir que sus ingresos totales vayan a disminuir necesariamente). Al mismo tiempo, se subsidia a los pasajeros del Mondeo, que de otra forma muy probablemente deberían pagar más por el servicio.
Si algún desprevenido quería algún resultado concreto de los controles de precios, solo tiene que darse una vuelta por Mar del Plata y observar el parque de taxis. Como es lógico, abundan los Renault 12. Los Mondeos se cuentan con los dedos de la mano.
¿Qué impedirá la liberación de las tarifas? ¿El bien común o el lobby de los taxistas?